Para que nazca un emprendimiento hay 3 ingredientes iniciales para el ponqué: Uno es amar lo que se hace, trasmitir que te gusta, que crees en ello, si no te gusta no vas a poder creer en lo que quieres crear. Por otro lado, creo que es fundamental ser crítico, esta palabra que sale en tantas pruebas que se hacen desde la psicología organizacional, pero que es tan simple de definir con el hecho de evaluar constantemente lo que sirve y lo que no… y sobre todo evaluarlo con otros… tener el valor de preguntar, escuchar lo que otros han enfrentado o han hecho similar a lo que tú quieres emprender como negocio, conocer sus experiencias de éxito y fracaso, pero dentro de ese abanico saber qué tomar y qué dejar. En tercer lugar tener una red, el genio solo, muere asfixiado con su propio aire…
Estos digamos que son los ingredientes básicos para el ponqué, el pan, o la pizza, harina, agua y levadura, esos que todos conocemos, que se han escuchado, que se han escrito. Pero en una receta de cocina descomunal, hay dos ingredientes más, que quiero resaltar hoy, uno son los legados valiosos que te dejan tus antepasados, ya sea la familia, comunidad indígena, los griegos en otras culturas, saberlos reconocer e incorporar… y un último ingrediente con el que quiero cerrar…
De legados valiosos, unido al tema del emprendimiento femenino y más aún del poder femenino, quiero hablar de los legados de 3 mujeres de mi familia que a parte de mi padre que con su capacidad de emprender ha sido genial, quiero resaltar al legado femenino. Pues como dice un refrán cuyo autor desconozco: “Cuando bebas agua, recuerda la fuente”. Puedo decir que he llegado a ser y a hacer lo que he hecho y me apasiona, gracias a tres mujeres de mi familia, a tres sabias mujeres que me dejaron 3 valores muy distintos, 2 de ellas ya no están. A mi mamá, ella se fue en plena adolescencia mía, y ella me dejó el valor de que todos somos iguales. Desde muy temprana edad ella me enseñó que se trata de la misma manera al señor que está en la calle en un puesto de dulces, que a la gerente de un banco. Ella lograba trasmitir una sonrisa a cualquier persona, y siempre hacía sentir importantes a las personas a su alrededor, hoy en día esto se traduciría en Carisma, pero realmente pienso, que era algo que iba más allá, más allá de este término.
Luego está mi tía. En la familia, ella y dos tíos más nacen con una discapacidad visual, degeneración macular, no pueden leer desde muy tempranas edades, a uno de ellos se le dificulta hacer carrera, sin embargo hoy cuenta con una empresa gigantesca sin haber estudiado un pregrado y mucho menos un posgrado, es admirable. Y mi tía, se las armó a toda costa, para acabar su carrera como socióloga, con tutores y demás herramientas que la hacen hoy en día un ser excepcional; ella me enseña a vencer siempre los obstáculos que se interponen y, como el viejo refrán, me ha inculcado con su actitud positiva y gozetas, “al mal tiempo, darle buena cara” sobre todo en las grandes crisis.
Por último mi abuela, quien estuvo conmigo 36 años de mis 38, me dejó el valor de la perseverancia en lo que uno hace, desde perseverar en el cuidado personal, en lo profesional, y en las dificultades maritales e interpersonales, que a veces son tan “retadoras”. Ella siempre me inculcó el estar formándose, actualizándose como lo hacía mi abuelo, la importancia de aprender otro idioma, hacer deporte, me trasmitió que nunca acabas de aprender y que hay que perseverar en ello.
Creo que estos tres valores han sido esenciales en mi década de emprendimiento…
Además de lo que eres, gracias a los que estuvieron, además de amar lo que se hace y hacer red, hay que saber navegar el mar en sus propias tormentas y MANTENERSE. Y este es el secreto final… todos podemos surgir con una brillante idea, aplicación o negocio, pero pocos son los que se mantienen, y esto creo yo, por la incapacidad de adaptarse a los cambios, y a lo que la vida te pone y te propone.
Yo fundé y dirijo un centro de terapia en Bogotá, Centro de Terapia Estratégica, y ahora una minisucursal en Cali, mi consultorio psicológico, en donde atendemos a consultantes de forma privada, consultantes que pagan por estrato socioeconómico, y los atendemos en equipo, damos formación de un día, de tres meses y ahora le hemos apuntado a Altas Formaciones de más de 1 año… y todos son aspectos que yo aprendí a gestionar en la marcha, como proponemos en las formaciones que hacemos, un “learning by doing, un aprender haciendo”, desde hacer un presupuesto para activar una maestría, hasta saber redactar una carta invitando a instituciones a remitir pacientes a un servicio de consulta psicológica de equipo.
Y en los emprendimientos, hay partes que te encantan, como por ejemplo trasmitirle buenas estrategias al consultante y ver como sale con otra cara, y hay partes que no te gusta hacer ni calcular. Sin embargo, la adaptabilidad y flexibilidad te lo permite. Es el simple concepto de Darwin que quien no se adapta muere. Entonces la idea de crear y la creatividad es muy bonita y te la dicen en todos los cursos de emprendimiento, pero el mantenerse no es fácil, implica adaptarse. Un caso es el de Steve Jobs, uno de los inventores más grandes de los últimos tiempos, así mismo uno de los genios más arrogantes; pero él tenía algo que lo hizo ser único además de ser un innovador a nivel visual y de la máquina, él siempre se adaptaba a los cambios del mercado, aunque dicen que escuchaba poco a los otros por su soberbia, él tenía sus conceptos y criterios muy marcados, pero lograba adaptarlos a la era tecnológica que iba surgiendo mundialmente, o si no, se hubiera quedado solo en diseños innovadores). Por ejemplo el computador en forma de huevo, el Imac, que creó con Apple hace más de 20 años, hoy en día va ya en su 7ª generación, y que como algunos han visto es de pantalla plana, con mucha más potencia y más funcionalidad que su huevo del comienzo… él se adaptó a lo que venía. De otra manera él no hubiera llegado a la creación de los Iphone.
Por ende el valor que quiero dejarles hoy es la capacidad de adaptarse y para adaptarse hay que desarrollar la capacidad de ver la realidad desde varios ángulos, ver el mismo objeto desde varios puntos de vista. Por ejemplo… tomen una silla, véanla como es cuando están sentados sobre ella, véanla acostados en el piso, luego pónganla lejos y mírenla desde la cocina, lo mismo con un problema… defínanlo desde sus ojos, luego piensen qué les dirían su mamá o su papá desde los criterios de ellos, luego qué les diría su mejor amiga, luego su pareja, la señora que les ayuda en la casa. Esto es el Modelo de Problem Solving del psicólogo italiano G. Nardone… y con esto les dejo el criterio: ¡quien se adapta no muere, y así mismo estos emprendimientos y nuestras ideas tampoco!
Por: María Andrea Hernández, derechos de autor.
Santiago de Cali, noviembre 20 de 2018
Para: “Empoderando mujeres, comunidades étnicas y personas con discapacidad a través del emprendimiento”